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El Mes de la Historia Afroamericana para los latinos negros: nuestro reflejo por Marco A. Davis
Cuando era niño en Nueva York, el Mes de la Historia Afroamericana fue un momento que me emocionaba y hacia sentir orgulloso. Cada año, los maestros de mis clases otorgaban historias inspiradoras sobre personas Afroamericanas famosas e importantes de la historia, contándonos, por ejemplo, sobre el genio y la creatividad de George Washington Carver, el liderazgo moral de Martin Luther King y la valentía de Rosa Parks.
Aunque después la nación y yo nos daríamos cuenta de que esta forma de explorar la historia y la cultura afroamericana era insuficiente, cuando era niño me animaba mucho el Mes de la Historia Negra. Sentía una conexión con esos líderes que estudiábamos, sabiendo antes de entender realmente por qué, que significaba algo poderoso que se parecían a mí, más a mí que a los otros líderes que estudiábamos en la escuela.
Fue alentador escuchar historias de líderes que superaron desafíos, especialmente cuando era notable la diferencia entre ellos y otros, porque al crecer, a menudo sentía que no encajaba realmente en la mayoría de los entornos. Tener un padre jamaicano y una madre mexicana era (y sigue siendo) poco común. En mi escuela primaria, donde la mayoría de los estudiantes eran Afroamericanos, yo tenía la misma complexión que los demás, pero aparentemente yo era el único que hablaba español en casa. Y cuando mi familia viajaba a Guadalajara, México cada verano para visitar a la familia de mi mamá, mis dos hermanas y yo teníamos la piel más morena – por mucho – que todas las personas que veíamos allí.
Finalmente hice las paces con ser “otro”. Cuando ingresé a la universidad, resolví aprender sobre ambos aspectos de mi identidad deliberadamente, conocer mis múltiples herencias tanto, o incluso mejor que lo típico. Superaría las dudas de cualquiera sobre mi “pertenencia” a través de saber todo lo que pudiera sobre mi ascendencia.
Pero en mi experiencia, los dos lados de mi identidad por lo general existían completamente independientes el uno del otro, tal vez como resultado de haber enfatizado un lado para encajar. Yo era un hombre negro entre mis pares afroamericanos, o un Mexicoamericano entre mis compañeros latinos. Los dos en gran parte no coexistían. Y en la mayoría de los casos, parecía que los problemas de raza, específicamente el ser negro, no tenían lugar en los entornos latinos y viceversa; Las cuestiones de origen étnico – ser latino – no eran relevantes en el contexto de la comunidad afroamericana. Así que mantuve separados los dos aspectos de mi identidad.
Fue cuando ya era adulto, aquí en Washington, DC, que llegué a comprender realmente el hecho de que hay muchas, muchas personas que se parecen mucho a mí. Que un número significativo de personas, de la mayoría de los países latinoamericanos son de ascendencia africana y que su existencia se ha pasado por alto, si no han sido borrados a propósito. Y hasta hace poco, esta realidad ha sido un punto menor, en ocasiones tratado como algo tangente, y no integral a la agenda de la comunidad hispana en Estados Unidos.
Pero todo eso cambió el año pasado, ojalá para siempre. Con los impactantes asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor, y la concientización de que había tantos otros, la mayoría de los estadounidenses han comenzado a hablar sobre el tema de raza en este país.
La conversación continúa; los Estados Unidos todavía está lidiando con el tema de raza, específicamente su relación histórica y contemporánea con la población Afroamericana. Pero parece que ese proceso ha dado un gran paso adelante, en una proporción no vista desde la era de los derechos civiles, a finales de los años 60.
Y como parte de esa conversación, la comunidad latina ha comenzado a explorar qué significa el tema para ella, tanto en términos de la relación de los latinos con la población afroamericana como del hecho de que un número significativo de los mismos latinos también somos negros. Como latinos en los EE. UU., debemos ser intencionales y hacer el esfuerzo de aprender y comprender la historia afroamericana, y apreciar y comprender la cultura de los afroamericanos y sus contribuciones a esta sociedad.
Y como parte de una examinación más amplia del tema de raza, nosotros, como latinos, también debemos darnos cuenta, analizar y luchar contra los sentimientos y acciones anti-negros que existen en nuestra comunidad. Porque el racismo y la opresión sistémica también fueron introducidos como parte de, y facilitados por, la colonización en los países latinoamericanos.
El Mes de la Historia Afroamericana brinda una buena oportunidad para este tipo de reflexión. Y con suerte, a través de él, más niños negros, inclusive los latinos negros, y otros, puedan darse cuenta de que ellos también son parte de la narrativa; y no solo por un mes cada año.
Como dice el lema este año, “La historia de los negros es la historia de los Estados Unidos”. Agregaría que la historia afrolatina es también historia negra, así como es historia latina. Y todo eso es parte de la historia de Estados Unidos.
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